miércoles, 30 de marzo de 2016

Poster (T12)


De mandíbulas


Uno de los ejemplos de fraude científico mencionado en clase está relacionado con un descubrimiento de paleoantropología que en su día estudié. Se trata del hallazgo, hace algo más de 100 años, del eslabón perdido, como así lo denominó la prensa de la época. Una serie de restos fósiles, concretamente una mandíbula, un diente y un cráneo encontrados en Piltdown, Inglaterra y presentados en el museo británico sin apenas oposición ni duda razonable de su veracidad. La época justifica esta falta de crítica, ya que confirmaba la teoría de la evolución de Darwin y daba relevancia a Inglaterra en la materia que hasta ese momento permanecía carente de yacimientos en el Reino Unido. 41 años después se descubrió que el cráneo correspondía a un homo sapiens moderno, el diente suelto pertenecía a un mono y la mandíbula a un orangután.  La autoría del fraude nunca quedó esclarecida, pero lo que en su día me impresionó del caso fue que un descubrimiento tan transcendental no fuera revisado y validado por la comunidad científica de la época. Por supuesto que eran otros tiempos, y otras las formas, y prevalecía el reconocimiento y la aceptación de algo que se deseaba que ocurriera. Ahora que me encuentro un paso más cerca de la esfera científica me asombra la inmensa contradicción  que supone para un científico defender un engaño de esa magnitud. Seguramente Darwin se encontrara en su tumba seriamente indignado, o quizás riendo a mandíbula batiente. 

El deseado factor de impacto en las ciencias sociales (T10)

Si se habla del factor de impacto en mi disciplina se debe mencionar el Social Sciences Citation Index (SSCI) y el JCR Social Sciences Edition de la Web of Knowledge (WoK). Para revistas españolas de ciencias sociales también se puede consultar IN-RECS, elaborado por EC3 (Grupo de Investigación sobre Evaluación de la ciencia y de la comunicación científica de la Universidad de Granada). Por otro lado a nivel europeo se puede acceder al SCImago Journal & Country Rank que extrae la información de los artículos pertenecientes a la base de datos de Scopus. 

Investigando un poco esta última herramienta, tal y como se aconseja en el curso, encontramos que para 2014 la revista con mejor indicador (SJR) en el ranking de revistas sobre antropología es 3.9 para dos revistas de Reino Unido y EEUU. Las siguientes son de índice 2 y el resto hasta 276 no supera esta posición. Comparado con las de máxima repercusión como las de medicina, con un índice SJR de 37 el de antropología es ínfimo.  Es curioso ver que no se encuentra una revista española hasta la posición 158. Otro hecho interesante en esta web es que compara, entre otras cosas, las citas y las autocitas (self-citation) algo que hace más objetiva la medición; y las citas de artículos en un rango de 2,  3 y 4 años, lo que resuelve en cierta medida la disparidad que existe respecto a la relevancia entre artículos de ciencias “duras” y las que no lo son tanto. 

Respecto a esto último, la divergencia en cuanto al periodo de dicho impacto, por no usar la terminología anglosajona “window”,  también se menciona en el artículo "Impact Factor: use and abuse" (Amin & Mabe), el cuál varía en función del tipo de documento ya sea un “paper”, un artículo de revisión o un artículo completo. Un dato más a tener en cuenta es la relación entre la materia de estudio y la media del factor de impacto. La conclusión es que las ciencias más puras, por la naturaleza de su estudio llegan a tener un impacto mayor que las experimentales o las sociales. Y esto también se relaciona con el número de autores que firman los artículos, puesto que son más numerosos los primeros, que en materias de humanidades y ciencias sociales, donde la media son 2 autores por artículo. 

Como hemos podido ver, el factor de impacto de las revistas tiene muchos puntos débiles cuando se refiere a las ciencias sociales. Quizás se encuentre la forma de corregir los defectos en su medición, y solventar las diferencias con respecto a otras ciencias, pero por ahora tal y como se suele mencionar en ciertos foros, el impacto de las revistas de CCSS está más cerca de ser un espejismo o un turbio objeto de deseo que una realidad tangible.

miércoles, 13 de enero de 2016

La firma (T9)

Parece que ese día llegará (o al menos eso espero), el día de publicar algo, y es mejor que nos pille preparados. Hasta ahora todas las colaboraciones que he realizado con el grupo de investigación las firmaba con el nombre completo, es decir el nombre y los dos apellidos. Pero se nos olvida que la “soberanía lingüística”, como decían en una entrada anterior, en cuestiones relacionados con la divulgación científica es el inglés, y la norma es un solo apellido, el apellido familiar que por lo general es el del padre. Aún recuerdo que en Portugal era curioso encontrar que el primer apellido era el materno pero el que terminaba sucediéndose a los descendientes era el último, es decir el paterno, por lo que la idea anglosajona se mantenía. Pero hablar ahora de parentesco y su relación con el patriarcado no es lo que toca.

Haciendo una búsqueda en Scopus y en Google Scholar con mi primer apellido (no muy común) salían 111 autores en Scopus, contando apellidos compuestos, por cierto y para mi sorpresa uno en Japón y otro en una universidad china. Y con mi nombre y mi primer apellido el resultado fue una única persona en el ámbito de medicina. Aunque las materias son distintas y difícilmente podría crear confusión, opto por visibilizar también la matrilinealidad en mi firma incluyendo un guión para hacer con mis dos apellidos uno compuesto.


Saura-Blanco C

martes, 12 de enero de 2016

Un paseo entre revistas científicas (T8)

Durante la sesión realizada en diciembre en la biblioteca de la UPNA, tuvimos la oportunidad de analizar las revistas de distintos ámbitos científicos. Si bien en nuestro grupo existía cierta heterogeneidad (2 ingenieros y 2 de ciencias sociales, antropología y enfermería) pudimos observar similitudes y diferencias en los ejemplares escogidos en la breve incursión al fondo documental de la universidad.

Para empezar, el aspecto de las revistas de ciencias sociales se acerca más al de cuadernos o libros, con un tamaño inferior a un folio (A5) y mucho más gruesos que los boletines de ingeniería, cuyo aspecto es más de revista al uso. Cabe mencionar que esto se relacionaría también con la periodicidad de la publicación, no siendo igual una revista mensual que aquella que se distribuye  trimestral o incluso anualmente.

La extensión de los artículos es algo mayor en las revistas de antropología que revisamos, pudiendo tener alrededor de 30 páginas de media (llegando incluso a 50) mientras que las de ingeniería rondaban las 5 páginas o incluso menos por artículo. Las primeras se presentan en una única columna, a diferencia de las segundas que por lo general usan 2 columnas.

Cuando analizamos la estructura de los artículos descubrimos que los de ciencias sociales siguen una estructura más simple con una introducción, un cuerpo o desarrollo y unas conclusiones, y por último las referencias que se presentan en el sistema APA o Vancouver, aunque dentro del texto se cita por norma general con el estilo Harvard indicando, tras el texto citado, el autor, la fecha y opcionalmente, el número de página entre paréntesis. El número de referencias oscila en 4 y 5 referencias por página.

Por el contrario, la estructura del artículo científico de ingeniería sigue más el formato IMRAD (introducción, metodología, resultados y discusiones) en los que a diferencia de los artículos de ciencias sociales contienen numerosas tablas, fórmulas o gráficas que facilitan y agilizan la comprensión. Las referencias que se utilizan siguen el formato ISO-690 y son citadas al final del artículo.

Un hecho que llama la atención es descubrir publicidad, sobre todo en las revistas de ingeniería, relacionada a empresas que muestran productos de innovación tecnológica. Nada está libre de las estrategias de marketing, y puede ser un modo de financiación, pero es necesario que no confunda al lector y no se abuse de los espacios publicitarios.

martes, 5 de enero de 2016

La ciencia en Wikipedia (T6)

La inmensa cantidad de documentos científicos que se publican y el crecimiento exponencial que han experimentado desde los inicios son realmente asombrosos. Las primeras revistas científicas aparecieron en 1665 y hasta casi la segunda mitad del siglo XVIII se publicaban menos de 10 documentos científicos anuales. En la actualidad, “se calcula que se publican hoy en el mundo 60.000 revistas científicas y técnicas y por encima de 2 millones de documentos al año” (J. R. Pérez Álvarez-Ossorio, 1990).

Por mencionar un paralelismo a un nivel más social y fuera del mundo académico, nos encontramos con la Wikipedia, ¿quién no la ha consultado alguna vez? Siendo su creación en 2001, en 2005 llegaba a 1.8 ,millones de artículos en 200 idiomas y en 2013 eran 37 millones en 287 idiomas. Este fenómeno social y altruista, de compartir el saber de manera libre, ha conseguido un éxito nunca visto. Aunque ese carácter libre hace dudar de su confiabilidad, en 2005 la revista Nature realizó una revisión de la información científica que contenía tanto la wikipedia como la Enciclopedia Británica, revelando que en ambas se encontraron el mismo número de errores graves, unos 4 en cada, tales como falsas interpretaciones de conceptos importantes. También hallaron numerosos errores factuales, omisiones o declaraciones engañosas: 162 y 123 en Wikipedia y Británica respectivamente.
Se trataba de la revisión de una muestra de 50 entradas, realizada por colaboradores que llevan tiempo trabajando en puestos académicos relevantes y son muy apreciados por sus pares como expertos en el tema en cuestión. Se escogieron entradas muy diversas, desde el teorema de Pitágoras, pasando por la oveja Dolly, Mendelevev o el quark. Pese a la escasa diferencia en errores, la revista critica el modo abierto y libre de la enciclopedia de internet y la falta de verificación y evaluación de su contenido. Es cierto que existen mecanismos de denunciar un posible “vandalismo”  o la falta de imparcialidad en los artículos pero no llega a ser suficiente para garantizar la fiabilidad.

Otra curiosidad, que refuerza el paralelismo con el que se inicia esta entrada, es el idioma universalmente asumido para los textos científicos, el inglés. No es de extrañar que el idioma sea éste. “… como en casi todos los otros ámbitos de las actividades humanas, el nuevo idioma universal es el inglés. Gran parte de la razón de que esto sea así ha sido el dominio absoluto a nivel mundial en prácticamente todos  los campos de la ciencia que han tenido los Estados Unidos desde la segunda Guerra Mundial.” (Ruy Pérez Montfort, 1995)

La wikipedia muestra en su portal de inicio las diez enciclopedias  más visitadas. En la parte inferior se muestran todas las Wikipedias con más de 100 artículos. La inglesa con más de 5 millones de artículos supera a la alemana, la siguiente en número con 1,8 millones, y a la francesa con 1,7, seguidas de la italiana y la española con algo más de 1,2 millones de artículos cada una. 

Sin duda un reflejo de la soberanía lingüística en el ámbito público que también es asumida en el mundo académico y científico. 

miércoles, 16 de diciembre de 2015

El sesgo en humanidades y ciencias sociales, emic vs etic. (T5)

El enfoque de la charla respecto al inevitable sesgo que conlleva una investigación me hace reflexionar sobre esa misma cuestión en el ámbito de las ciencias sociales. Como ya he mencionado en este blog, la interpretación de los etnógrafos e investigadores en antropología juega un papel relevante en el análisis y las conclusiones a las que se llega en un estudio, y esas interpretaciones tienen todos los boletos para ser susceptibles de sufrir sesgo. De los posibles sesgos mencionados en la charla, uno de los más incurridos en estudios sociales es el referido al razonamiento, ya que implica dar un valor subjetivo a un hecho objetivo externo. Un reflejo de esto es el eterno dilema “emic vs. etic” que pone en el tablero de análisis las dos visiones contrastadas de un mismo hecho. Por un lado la del propio actor, con la construcción de su significado particular (emic); y por otro la del observador (etic) ajeno a la cultura objeto de análisis, que interpreta desde una posición externa. Esta postura “etic” de interpretación en muchos casos se ve influida por el etnocentrismo que hace valorar lo externo según los parámetros propios del investigador. Con ello, los significados culturales son analizados desde un enfoque occidental y capitalista, como los surgidos en la corriente del materialismo cultural defendido por Marvin Harris, el cuál trataba de encontrar explicaciones causales lo más científicas posibles a las diferencias y semejanzas entre culturas, analizando las limitaciones y oportunidades materiales que surgen para tener las necesidades básicas cubiertas. Como el número de vacas sagradas y bueyes que hay en las distintas regiones de India en función de las necesidades y las preferencias económicas que éstas suponen para los pobladores.
Pero existen otras metodologías que ayudan a contrarrestar los sesgos de una interpretación basada en premisas ajenas a la cultura objeto de estudio. Una de ellas sería el relativismo cultural que inició Franz Boas, y que considera cualquier aspecto de una sociedad o grupo en relación con los estándares culturales de ese grupo, en vez de hacerlo desde un punto de vista universal. Otro pudiera ser el funcionalismo, que define las relaciones sociales desde el punto de vista de la interdependencia funcional o las obligaciones, dentro de la estructura social. Malinowski desarrolló esta teoría (basándose en los postulados de Durkheim) mediante una metodología de campo rigurosa en la cual era necesario visibilizar más el componente emic.
A modo de resumen, la visión del investigador siempre estará presente en todo estudio, y para evitar que prevalezca y provoque sesgos considero importante tener herramientas y metodologías que hagan reflexionar desde el punto de vista de la cultura del colectivo que se observa y se investiga. Por ello, las dos visiones, etic y emic son imprescindibles para comprender las diferencias socioculturales y conforman la estrategia de investigación científica.